Tauro

En el reino de la oscuridad no te he sacado de mis sueños; todos me dicen que cierre el ciclo y que me aleje de ti lo más pronto posible. Que huya de esos momentos que no volverán, pero me has demostrado lo contrario, que puedo confiar en ti y que aún me extrañas. Las frases se agolpan en mi cabeza para recordarme que no estamos hechos de piedra, que es normal extrañar a alguien y que después de haber buscado en todas las respuestas, solo queda una cosa por hacer. Recorrer juntos el camino para volver a encontrarnos, dar el salto de fe, hacer la llamada, el acto que redefine el flujo de la historia, que nuestro tiempo juntos realmente haya concluido y que seamos dos extraños que tienen guardado el número de teléfono del otro sin darnos cuenta de la realidad.

Pero es mejor enfocarse en aquellas cosas que devuelven la esperanza recuerdo el día en que mi hermano me explicaba porque la es esperanza es un mal, que en ese momento cuando Pandora abrió su caja y se escaparon los males sobre el mundo fue que la esperanza llegó al final de todos ellos. Cuando menos te das cuenta ya hay una nueva personita que forma parte de tu imaginario, que recuerdas varias noches seguidas y aparece en tus sueños. Ya no hay retorno de la oscuridad, no hay forma en que todo vuelva a ser como antes, sin embargo la energía sigue clamando por el reencuentro por volvernos a ver como si fuese la primera vez.

No me importaría el hecho de la brujería que me hiciste o de las veces que deseaste que me fuera mal y me iba mal. Como todos esos paseos en bicicleta que día con día me caía o como cuando me robaron los espejos de mi coche. O como esas veces que la última canción que te mande sonaba por todas partes o como cuando veía tu nombre en las personas que me atendían, prácticamente en todos lados. Los sueños lúcidos son mi escapatoria, mi válvula de escape, en ellos te busco y te encuentro una y otra vez. En cuanto nos volvamos a ver presiento que no nos volveremos a escapar y las voces nos guiarán nuevamente hasta encontrarnos.

Día tras día continuaré esperando por ti, bajo el rayo del sol y bajo la lluvia y el viento hasta verte de nuevo, hasta que decidas volver. Por más que lo intento no logro escaparme de ese recuerdo perdido, esa canción suena como loca en mi cabeza, una y otra vez hasta que deje de pensar en ti. Por eso decía que solo quedaba la opción del contacto, como un Tauro que en sus cuernos guarda el orgullo, así nosotros no estamos dispuestos a acercarnos. Esa incomodidad de mirarte al espejo y descubrir que no eras quien creías, que solo fuiste lo que otros querían.

La oscuridad no me lo permite, el miedo de que todo haya terminado y que todo se haya perdido, que no haya esa última milla para encontrarnos a medio camino. Puedo sentir el hilo rojo que aún no desaparece que nos ha mantenido unidos casi todo el año, que la piel tiene una memoria muy específica en la que vemos por última vez a esa persona que tanto daño te hizo. La ternura contrasta con tu rudeza extrema, con la forma en que quieres que los demás te tomen en serio, pero tu cuerpo grita lo contrario; con forma de corazón es el lugar donde te esperaré de aquí hasta que me muera.

Foto por: ACG Photography

Acuario

Seamos adultos al respecto, un abrazo roto, una mirada perdida, eso que no se dice pero sabes que está ahí. La vida está llena de todas esas imágenes que invaden nuestra memoria en los momentos más oscuros, como aquella vez en tu departamento que salí caminando con tu vestido puesto. Una forma tan extraña que hasta ahora comprendo en la que todo se mantiene en equilibrio. En un universo paralelo estamos viviendo juntos en nuestro edificio preferido de Tlatelolco, acostados observando esa marca tan particular en tu frente, un recuerdo reprimido de la infancia; el cabello entre los dedos y la melancolía se vierte sobre nuestros cuerpos.

Fue gracias a ti que me di cuenta que cuando un hombre no te habla sucio es porque no le interesas y recostados sobre el colchón del cuarto observo el contraste entre nuestros tonos de piel, morena y blanca. Café con leche. Y sé que no todo lo que hemos pasado son momentos felices, es como estar sobre una montaña rusa sin saber en que momento se va a detener; es esa bipolaridad la que hace que todos los momentos cambien de forma inmediata. Vuelvo al concepto del equilibrio, entre lo bueno y lo malo de todos los momentos. Como aquella vez que intercambiamos sábanas para preparar nuestros porros, las tuyas eran de miel y las mías de mango. Ese tipo de química que se encuentra una o dos veces en la vida.

Tu risa se escapa cuando hago la comparativa entre tu cuerpo y un atardecer de fondo sobre el monumento a la mujer mazatleca. Las expectativas son las que matan todo el sentimiento que tenemos hacia el otro sin embargo, los colores de nuestro atardecer se hacen amigos, mi color azul y tu color naranja son ahora uno solo sobre el mar del Pacífico. Se termina el tiempo y te vuelvo a ver con la sonrisa coqueta y los labios pintados de rojo como me gusta. Y llegan a mi mente las veces que fumamos hierba juntos y nos reíamos por cualquier tontería, como las 123 cosas que odio de ti. Todo lo hacemos al contrario del otro, si tu dices blanco yo digo negro, fumábamos mariguana y sonreíamos en silencio, el silencio nos conectaba como una suerte de unión mágica a través del pecado.

En el inicio recuerdo como levantabas la voz por las otras mujeres, destruías todo lo que no iba de acuerdo con tus ideales y el Centro Histórico todo quemado. Un ir y venir entre amor y odio, entre querernos al infinito o tratar de convencernos de que no debíamos estar juntos. “La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde…” esas no son palabras mías son de Jack Kerouac al estar frente al atardecer, ese atardecer del Pacífico mexicano. Con los brazos abiertos esperas como el monumento al inicio de Olas Altas, el corazón de Mazatlán (no) guarda el origen de nuestra leyenda, del amor que nunca se va a terminar.

Al mirar tus ojos pienso en la historia que nunca me contaste sobre las 3 islas de la Tierra de Venados, el sacrificio por el bien del pueblo, así como todos los sacrificios que has hecho en tu vida. Recuerdo cuando me contaste que a mayor número de trabajos que conoce alguien de ti, más te conoce; yo ubico el de mesera de la Panamá, el de concierge de hotel de lujo, el de ayudante de tienda de regalos, el de la agencia de marketing y el de relación con el cliente por así llamarlo. Todo esto y más no es suficiente para desdibujar tu personalidad, pero es un buen comienzo. Muy pocas veces logré comprender porque nos elegimos si la mayoría del tiempo era intensidad y dramatismo; la química era innegable y me parece que nuestras vidas estarán unidas durante mucho tiempo aunque no lo queramos.   

Foto por Dylan Schwartz  

Capricornio

Un capítulo antes del final, me hace recordar aquel fragmento de Octavio Paz referente al mundo que nace cuando dos se besan ¿No les pasa que todo les recuerda a una persona aunque eso que están viviendo no tiene nada que ver con ellos? La mente quiere recordar a esa persona aunque las cosas que te rodean no se le relacionen.

Se alinean los astros y suceden cosas en el cosmos que no podremos volver a presenciar hasta 800 años después, somos de esas personas que sabes que te van a hacer bien de estar el uno con el otro. Sufre el síndrome de la princesa de Disney que necesita que la rescaten de la tormentosa realidad, la luz de los astros cae sobre el manto que cubre nuestros rostros y no nos deja ser.

No tienes idea de lo mucho que he pensado en ti últimamente; mi mente hace todo lo posible porque los recuerdos que nos quedamos sean los mejores. Capricornio es un signo de transición de un movimiento incesante hacia el final del año, contienen todo el orgullo que forma parte de nuestra personalidad. La alineación de los astros no tiene nada que ver con lo que sucede en nuestras vidas, más que pasaría si te liberaras de todas esas ideas de trascendencia que te rodean.

No hay peor engaño que el que se hace a uno mismo; cuando uno quiere creer que no está enamorado. Los recuerdos que nos hacen más fuertes son los que nuestra mente bloquea. Las personas a tu alrededor se relajan con la luz que irradias, con la tranquilidad que transmites, huyes sobre la cotidianidad tomando todo lo que quieres de los otros, viviendo al límite y sin consecuencias.

Puedes seguir engañándote y creyendo que el amor no rige tu vida; cuando por fin puedes cumplir con el plan que se te ha encargado como parte de la raza humana. Las luces de la ciudad se apagan, el sol cae en tus mejillas rosadas por el calor. Poco a poco sientes convertirte en todo eso que los demás esperan, en todo eso que tu madre soñó para ti, mi madre llora y se pregunta que fue lo que hizo para tener un hijo como yo.

Ese amor de película de princesa, en el cual te rescatan de todo el drama que has creado, el drama que tu haz creado a nuestro alrededor, todo eso que no dice una mujer cuando está molesta. Nada puede detener lo que está sucediendo, excepto claro el amor verdadero, nuestras personalidades van al límite, conocemos nuestros rincones más odiados. Recuerdo cuando me dijiste que el amor era sólo un sentimiento, que no tomara las cosas tan en serio.

El tiempo siguió hacia adelante y con su paso, no logro más que sentirme perseguido por mis pensamientos, por la amistad que ha desaparecido por los tiempos que estamos viviendo. Llegan a mi mente esas imágenes de cuando era pequeño, mi padre comprándonos todo lo que queríamos en una tienda departamental. Quedamos inmortalizados a través de estas líneas, de esta separación.

Se termina el tiempo y te vuelvo a ver con la sonrisa coqueta y los labios encarnados por la pasión. Superficialmente me encuentras en la esquina de tu casa, asomada por el balcón fumando un cigarro, detesto que lo hagas; nos volvemos a encontrar pero no somos los de antes, somos seres distintos que viven y sufren como todos los demás.

Foto por: Bruce H. Cox

Sagitario

¿Tú qué sabes del amor si nunca has besado a alguien hasta que sus labios estén resecos? Cómo espiar a alguien en los momentos más solitarios, simplemente cuando están viviendo su vida. El amor nos obliga a hacer tonterías que normalmente no haríamos, cuando las cosas salen como las estamos esperando entonces no hay ningún problema, luego entonces la vida está llena de pruebas que debemos superar, de obstáculos que no nos dejan ser felices.

El momento adecuado para pedir perdón a la otra persona, permanecemos en la memoria de las personas aunque decidan olvidarnos. Cada pensamiento es recíproco, nos pertenecemos el uno al otro. Los recuerdo son los que nos mantienen vivos y nos remontan a todo aquello que logramos vivir, la emoción del primer amor al acercarse a ti y besarte sin ataduras. Sagitario es de los signos que más brilla, los que te hacen recordar la alegría de la vida, no les importa la posición de la luna o el ángulo de Mercurio.

Los sagitario no quieren salir de mi vida, no quieren dejar de pertenecer. Sábanas de miel, un recuerdo que no se llega a concretar, vulnerabilidad de mostrarle tus sentimientos a la persona que te gusta, quedas como un nervio expuesto, los sentimientos no pueden ocultarse, es muy probable que la otra persona también lo sienta; realidades espejo entre lo que sientes y lo que siente la otra persona. El tiempo es imperfecto, no podemos forma parte de la vida de las personas por más que queramos, fantasma que apareció y desapareció en menos de un año, me bombardean esos recuerdos que prefiero esconder, preferiría haber inventado.

Parece que hasta cuando aparece en los sueños también quiere ocultarse de mi, desaparecer de mi vida ¿Recuerdas el momento en que todo empezó a salir mal? La luna toma forma de un queso gruyere, muy grande y redonda irradia paz y tranquilidad, puedo oír los sonidos del espacio, aunque en el espacio no haya sonido. Navego por ese mar en el que nos encontramos llamado adolescencia, la luz del sol me deja ciego pero comparado con todo lo que hemos vivido, es lo menos que puedo esperar, se reflejan nuestros sentimientos uno en el otro, comienzo a dudar de mi propia existencia, de que realmente me hayas querido.

Las noches se pasan largas, pero por lo menos sé que algo mío forma parte de ti, una guía espiritual en un callejón sin salida. Cuando caminas por tu casa con la camisa que te regale y pensando en las noches que no hemos pasado juntos. Nuestros ojos se miran y se disparan nuestras emociones, como no podemos estar juntos, pero tampoco separados, rogando por tu amor, como siempre.

Foto por: Shafik

Escorpión

No queda otro remedio más que seguir avanzando, seguir corriendo sin rumbo fijo, de lo que nos acecha. ¿Cómo hacer para tener pensamientos felices cuando te sientes triste? La tristeza acecha como en todos los momentos, pero no es real es creada por tu mente. Es creada como la felicidad que formaba parte de tu vida antes de que esta cambiara.

Luz y oscuridad, tristeza y alegría son lo mismo, son caras de la misma moneda. Cómo los polos opuestos que se atraen, una fuerza imparable contra un objeto inamovible. Una simple pantalla, una cortina de humo para ocultar tus sentimientos, mirar la luna que ilumina sobre tu cabeza. Mis recuerdos se borran en el camino, para despintar la realidad desoladora que me rodea.

Pero se sabe que es algo momentáneo, algo que tiene que terminarse en algún momento. Un camino que lo iluminan nuestros atardeceres, mirando al cielo nos damos cuenta de lo pequeños que somos para este universo. Yo sé que las palabras que dices no las piensas realmente que sólo son ideas atoradas y embestidas por el coraje. Y cuando no queda más remedio, lo único que queda es dejar que las cosas fluyan y sigan su curso natural.

Siempre lo he dicho para alcanzar la felicidad no hace falta que estemos con alguien, lo que hace falta es sentirse bien con uno mismo y con lo que tenemos. Un juego macabro entre sombras que solo quieren disfrutar el uno del otro sin saber cual es su nombre o su comida favorita. Nos encanta complicarnos y buscar toda esa intensidad que no tenemos en nuestra vida, los polos opuestos que se atraen.

Es un momento difícil y si quiero continuar en este juego, ahora tendré que jugar con tus reglas y de tu lado de la cancha. Reflejos del pasado nos caracterizan, al final de cuentas seguimos siendo animales que buscan la felicidad. Te das cuenta que la felicidad no proviene de tener cosas materiales, proviene de lo que no puede verse. He notado como no tengo tantos amigos de este signo, es porque me aburro muy fácilmente.

Lo más difícil es darnos cuenta de eso que no podrá ser nuestro, sin importar cuanto lo deseemos. No importa todo lo que hagas o lo mucho que te resistas a los cambios, el tiempo continúa su marcha y con ella todos nuestros recuerdos dolorosos. Solo nos queda mirar al cielo y recordar todos esos amores y desamores que nos han roto el corazón. Que nos han hecho crecer por la forma en que nos tratan y tal vez aunque duela esas personas son las que nos ayudarán a mejorar más.

Las personas no le pertenecen a nadie más si queremos estar con alguien ahora entiendo que es más una cuestión de decisión que de azar o destino, o los astros que se alinean. Tenemos que salir adelante de esto, no podemos extrañarnos, tenemos que desaparecer de la vida del otro. Y ¿Cómo saber que estás tomando la decisión correcta? Definitivamente no se sabe, pero se siente bien.

Necesitas estar solo por un momento, que la gente deje de opinar sobre lo que debes hacer o no. Convertirte en un esclavo del aire que le rodea, de las cosas que desea, todo se termina acomodando como siempre debió haber estado. Los secretos que se encuentran en mi corazón, ahora son más difíciles de ocultar, tal vez lo único que quiero es ser tuyo.

Foto por Raúl A. Flores

El Santa Fe de mis sueños.

No existen lugares en los sueños, sólo sensaciones y emociones, eso es lo que quiero escribir. Aquí yacen esos lugares inexistentes. La perfección nunca podrá alcanzarse, pero tengo la certeza de que por lo menos lo he intentado. Cada vez que me siento triste lo que trato de hacer es, después del trabajo irme directo al bar más cercano de mi casa y perder la conciencia; dejar de ser un hombre descafeinado con un trabajo aburrido, un salario fijo, hijos y esposa. Gracias a estas visiones me he dado cuenta de que la vida no es como la pintan en las películas. Imagina al Hombre Araña recorriendo las calles de Iztapalapa siendo perseguido por una turba de gente que desea lincharlo.

La inspiración no es algo que se espera a que llegue, simplemente viene y te abraza como aquel día que estábamos en la Cineteca o la vez que nos besamos en nuestras vacaciones. Dije que era la historia final porque en ésta no nos morimos, en esta sobrevivimos a lo que nos pasa al final; el dejarnos el uno al otro. Podía ver como brillaban tus ojos cuando me mirabas con amor, cuando nos tomábamos de la mano, esas pequeñas y regordetas manos que apretujaban mi espalada y mi cuello. Tú me convenciste de superarme a mi mismo y ahora que estoy listo para estar junto a ti, ahora ya no me quieres. Eso duele aún más que perderte por otra persona; otra persona es desechable, es un peón más en este juego de ajedrez que llamamos amor. Me miras como si supieras cada una de las palabras que voy a decir.

La conjunción de dos puntos paralelos en un plano cartesiano surrealista. Agregar la palabra surrealista a algo es lo más posmoderno que existe. Agregar la palabra posmoderno a algo es lo más mamerto que existe. Y como diría Luis V, el mamerto soy yo digo “El Estado soy yo”. “Si se me olvida el significado de lo que es ser parte de la clase trabajadora va a ser tu culpa”. No puedes negar los orígenes revolucionarios, tu parte francesa que te obliga a destruir y deshacer los estereotipos de la burguesía. La clase obrera siempre formara parte de ti, sin importar la forma en que te vistas o las palabras que utilices.

Tus fragmentos de la historia se comienzan a desdibujar dentro del recuerdo de como inició nuestra amistad. Tus rizos que caían a lo largo de tu espalda, la sonrisa perdida, la mirada perfecta, el olor a huerto y los olivos en tus ojos. Junto al río pise una mierda de perro, dicen que es de buena suerte. La primera canción que compartimos y la primera vez que cogimos, todo eso lo tengo presente cada que voy a un museo con mi esposa y mi familia.

La esencia de la ciudad, un organismo vivo que camina y por sus arterias andamos juntos tomando fotografías que no sobrevivirán el paso del tiempo. La emoción recorre nuestro cuerpo unido, llegamos al Yaqui a resolver nuestros problemas durante la Semana Santa. ¿Cómo huelen las sábanas después de tener sexo la primera vez? El trabajo se vuelve un grillete durante la época moderna, en el cual debes sobrevivir con lo poco que te pagan y rodearte de gente que tiene un objetivo poco claro sobre a dónde se dirige la economía.

La ciudad huele a alcoholismo y sueños rotos. No mires hacia los lados, alguien nos viene siguiendo. La gentrificación nos ha destruido, los lugares son inhabitables y la comida sigue acabándose. Esta es nuestra historia, la historia de amor final.

Sin ataduras morales.

Todos abrieron los ojos. En ese momento me di cuenta de que todo este tiempo había estado soñando. Ni todo el dinero del mundo ni toda la clase podían hacer que dos mujeres pelearan por mí. Abrimos los ojos a la realidad, no a Hollywood y sus películas que a pesar de ser malas, todo el mundo las conoce y hace referencia a ellas.  Continuamos con la charada y cuando salí de mi cuarto a mitad de la madrugada, ahí seguían las dos mujeres, una a la izquierda otra a la derecha, una de izquierda y otra de derecha. Ya no eran dos gemas de mi imaginación eran personas de carne y hueso sentían y pensaban por sí mismas.

Cuando desperté ese día a mitad de la noche, fue que me di cuenta de la mentira que estaba viviendo. La gente me admira, o eso dice, por ideas que ellos hacen de mí, más no porque ese sea mi verdadero yo. Algo seguía resquebrajándose dentro de mí. Al acercarme a la mentira en la que vivía mi mente me detenía como si fuera a dar un salto al vacío. La gema de la izquierda y la conservadora platicaban despreocupadas en el sillón de mi sala, ni si quiera se dieron cuenta de que me encontraba ahí hasta que tomé la botella de champaña para beber directamente de ella. No se inmutaron, siguieron su plática y luego corrieron hacia mi cuarto.

Traté de detenerlas, pero no me importaba pues una de mis fantasías era ver a la persona que me gustara usando mi ropa interior. Tampoco sucedió, sólo pusieron algo de música con el cable auxiliar conectado a mi grabadora. No sé de qué hablaban y ya no me importaba, seguro era algo superfluo como ellas. Encendí un cigarro para llamar su atención, mientras miraba distraído por la ventana. Azcapotzalco parecía estar junto a Tlatelolco, éramos vecinos, pero decidí no llevarla para molestar a la otra gema. Las luces rojas y azules se asomaban por mi ventana y se fusionaban con el humo que salía de mi boca. Ellas me ignoraban por completo y en lugar del espectáculo misógino que yo había imaginado en mi cabeza, tan solo había destellos de ese falso mundo construido por mí.

Al momento del amanecer le dije a la gema conservadora que la llevaría a su casa, a lo que accedió fríamente y sin miramientos. Se despidió de su nueva amiga y yo me despedí de mi hogar. Podía sentir como dos balazos en la nuca la mirada de la gema de izquierda. A pesar de haberme ignorado toda la madrugada, ella estaba molesta. ¿Cómo me atrevía a llevar a alguien más a la casa, frente a sus narices? De camino yo sólo miraba al frente, puse algo de música en la radio para amenizar el recorrido. Todo me parecía nuevo, el colegio militar, el árbol de la larga noche de los quinientos años (la noche triste) y después la desviación para llegar a los límites de la Ciudad y los inicios del Estado de México.

Ella sonreía con todo lo que veía, no hablábamos, pero el silencio nos decía que esa sería la última vez que nos veríamos; llegamos a su casa y besé su mejilla tiernamente, su piel se sentía tersa y suave como la de un bebé. Su piel era brillante como una perla, bajó del auto, sonrió y entró a su casa.

No tenía a donde ir, para ese momento, me sentía harto de tratar de escapar de todo lo que intentaba amarrarme, pero ¿Cómo puede un alma libre verdaderamente escapar? Manejé y manejé sin rumbo fijo, si me daba hambre comía, si necesitaba parar por gasolina lo hacía. En la primera estación de servicio que encontré, tiré mi celular a la basura. Todavía no terminaba de pagarlo, no me importó. No era un rebelde sin causa, ni un alma perdida, era un ente que quería desaparecer pero que todos se dieran cuenta. Un sueño guajiro más. Compré un celular cuando por fin llegué a Acapulco. Fue ahí que tomé la decisión de convertirme en un gigolo, otra idea gastada y estéril para un alma que vivía sin sentido y haciendo puras estupideces. Por fin entendí cuál era el destino de todo este viaje, no me encontré a mi mismo, ni mucho menos, pero por lo menos descubrí la realidad, la brutal realidad mexicana.

Me quedé dos noches en uno de los hoteles de la Costera, no había extranjeros, puro turismo nacional. Fui a una de las plazas y compré un par de camisas y mocasines para poder cambiarme. A la tercera noche decidí dormir en el auto, no sin antes ir a un bar para “olvidar” mis penas. Entré y pagué por la barra libre y algunos tragos más, la gente se extrañaba de mi presencia, algunos creían que era extranjero. Bebí un par de Whiskeys y bajé a la segunda pista de baile del lugar; me sentía algo mareado, pero seguía bebiendo. Comencé a bailar solo en la pista de baile, la cabeza me daba vueltas.

He de haber molestado a alguien pues un disparo atravesó mi costado izquierdo, caminé unos cuantos metros para revisarme y la sangre brotaba de mi costado a chorros. Entonces por fin caí abatido en la alberca que se encontraba en la parte inferior del lugar. La sangre se mezclaba con las moléculas de agua y a lo lejos oía a mujeres que gritaban. Por fin estaba muerto.

 

 

 

 

 

 

El amor en todas sus formas.

Pensé que para el amor existían formas que se podían seguir, un camino que lleva a una revelación mayor, pero ahora me doy cuenta de que no es así. El amor no tiene forma, es libre, fluye como el viento, corre como el agua del mar. La revelación a la que llegue sin embargo, es que el amor no puede existir sin personas; las películas mienten y los libros también nada es tan perfecto o tan imperfecto como quieren mostrarlo esas realidades alternas.

El amor es desinteresado; hace muchos años platicaba con alguien sobre el sexo y el amor. Descubrí que no existe ninguna relación entre ambos. El sexo, como acto, solo busca la autocomplacencia, el hacerse feliz a uno mismo. “No me gusta estar contigo, me gusta como soy cuando estoy contigo”. Egoísmo puro, aún no logro sacarme esa idea de la cabeza. El reflejo de narciso en el lago. El amor verdadero es libre y desinteresado, se pueden amar a múltiples personas al mismo tiempo.

Descubrí a través de distintos mantras que cada persona tiene algo que ofrecer. Se puede ver a través de sus miradas, que todos estamos llenos de energía, energía que fluctúa de un lado a otro, de un ente a otro. Si se quiere ver de otra forma, como si todas las personas fuésemos una roca que cae en el centro de un lago y que con las ondas que genera, se une con las ondas de las demás rocas que caen dentro del mismo lago llamado vida. Eso es el amor, los contemporáneos del rock podrán decir que se trata de accidentes, casualidades que están por suceder.

Alrededor del amor, como sucede con todas las otras cosas de la vida, existe un sistema, un proceso que coarta la libertad del amor, convenciones sociales. Paradigmas que las sociedades inventan sobre qué es lo que debe ser el amor y lo que no. Por suerte, para la época en que vivimos todo se desdibuja casi por completo y el amor pierde sus cadenas. Podemos querer a las personas que queramos, pasar el tiempo con quien queramos sin tener que explicar lo que sentimos. Por eso el amor debe ser desinteresado, no presta atención a los paradigmas y trata de superarlos. El amor tampoco distingue entre hombres y mujeres. Se puede amar a quien sea porque a final de cuentas quien, si no Dios, puede decidir lo que es natural y antinatural.

Las formas del amor por tanto son tantas como personas existen. El amor y el odio son hermanos gemelos por lo mismo. El odio no busca el bienestar del otro, pero tampoco su malestar. Odiar a alguien es tan poderoso, o más fuerte aún, que amarlo. El amor en síntesis es toda esa energía que recibimos de los otros, toda esa atención desinteresada por el bienestar de los demás sin importar si se trata de nuestra pareja o no. El amor es libertad, es libertinaje no es opresión ni regaños; tampoco es convertirse en la figura paterna/materna de la otra persona.

El amor es gozo y disfrute, no celos ni rencores. Es un beso largo en un día caluroso, es el rocío de la primavera y la fe que mueve las montañas. Es el grano de mostaza que consuela el alma. El amor es la alegría de la vida, el estar alegre todo el tiempo. El amor no puede ser felicidad pero puede acercarse a ella en cada acto que realizamos por el otro. El amor es sacrificio, desinteresarse de las nimiedades de la vida y quererse a uno mismo y a los otros por lo que representan y no por su finalidad en nuestra vida. Amar es resistir, es destruirlo todo para volver a crearlo, es acosar y conocer, es placer y dolor, amar es vida y a la vez muerte.

¿Dónde hallar la oscura huella de la antigua culpa?

En la química del cuerpo humano, ahí es donde se encuentra la oscura huella. Se abre la puerta del infierno y todos nuestros demonios se desatan. Aparecen caminando entre nosotros, el Infierno se muestra como un resplandor oscuro, una luz que nunca deja de verse detrás de sí. La oscura huella de la antigua culpa, para responder a la pregunta del padre del psicoanálisis la encontramos en lo más hondo de nuestras entrañas.

Nosotros somos ese pecado original del que todos hablan. Nos ha quedado una marca que inconscientemente nos regresa a todos esos momentos donde pudimos ser felices. Expresamos nuestros sentimientos y pensar de forma que ellos se convierten en nosotros. El cuerpo deja de existir, lo terreno no tiene forma, nos han dejado sin forma y es por eso que ahora buscamos lo divino. Afianzarnos en aquellas cosas que no hemos podido ver con nuestros ojos. La oscura huella no está en la duda, como solía pensar, si no en nuestra libertad.

El Señor nos dejó elegir libremente que era lo que queríamos en la vida, y al elegirlo nosotros nos causamos daño o continuamos viviendo. No es casualidad que la puerta del Infierno esté cerrada. Desahuciados, sin esperanza, esa es la oscura huella de la libertad; por eso se abre la puerta, por eso dejamos escapar nuestros demonios. ¿Qué me hace volver a ti? La mujer, eso es lo que tiene un magneto, y no únicamente al sexo de los hombres, es algo de química. El demonio se esconde en cada una de las feromonas que liberan las mujeres, es algo bastante animalesco pero tiene bastante sentido.

El resplandor de la puerta me absorbe y ya no hay salida. “Abandonar toda esperanza” puede leerse en la puerta del Averno. Tres sombras custodian a los desahuciados para que no traten de escapar, un hombre te guía por los círculos del Infierno. Los estudios y piezas por separado te hablan, cada uno con sus peculiaridades y especificidades. Cuentan una historia distinta y te comentan que tienes razón, que la oscura huella, sí es la libertad del hombre. El crujir de dientes por una eternidad no suena tan mal después de todas las atrocidades que he visto en el mundo.

Entiendo el porqué de los súcubos, porque la mujer es la responsable de la caída del género humano, y porque es la que nos hace perder la cabeza. Así como un torso puede ser tan expresivo como un rostro, así las mujeres pueden ser quien nos acabe o quien nos lleve a la gloria. No se puede hacer arte, si no se tiene una musa, una inspiración. Las mujeres pueden inspirarnos o destruirnos, pero no hay punto intermedio. Ese es el surgimiento de la oscura huella, del momento exacto en que Adán fue borrado de la tierra, y del cielo.

Para regresar con el Padre debemos encontrar ese origen en cada uno de nosotros, no tendría sentido el seguir viviendo si no lo encontramos en algún momento. Ahora logró comprender, el Infierno por eso nos quita la esperanza, no por el hecho de estar ahí per se, sino por no dejarnos ver claramente qué es lo que sigue en nuestra vida. Si antes creía que la libertad era lo peor que nos pudo haber pasado, ahora estoy seguro que es la única arma que puede salvar nuestras almas.

SRE: Secretaría de Relaciones Exteriores.

Mitos y cuentos, de eso está hecha la burocracia mexicana. Historias que no se pueden comprender del todo, pero aun así existen. Me encuentro en las afueras del departamento de mi jefe, con el que trabajé en la SRE. Había escuchado que las fiestas ahí se ponen muy bien, y después de manejar todo el día a quien no se le antoja refrescar el gañote. Trataré de hacerle la mayor justicia posible a este relato.

Comencé a trabajar desde las seis de la mañana; desde que compré el taxi mi mujer no deja de preocuparse por mi bienestar. Que si duermo pocas horas, que si no como bien; no sé qué hay en ella que me recuerda un poco a mi madre. Salí de Ecatepec a esa hora y nadie me hacía parada, como si los taxis fueran un sinónimo de peligro. Avanzaba por Vía Morelos, hasta que un chico por fin detuvo el auto, bueno eran dos para ser exactos. El primero, quien tenía todo el derecho de subir como mi pasaje, se hizo de palabras con el segundo, él quería apañar el taxi. Hablaron unos segundos, yo ya me iba a ir pensando que ninguno de los dos se subiría. Subieron los dos y a los dos los llevé, iban a algún lugar cerca de Bosques de las Lomas.

Un muy buen pasaje serían como unos doscientos pesos. Lo extraño era ¿Qué hacían un par de “ricos” cerca de la zona fea de Ecatepec? No pregunté y los llevé a los dos. Conducía sobre Periférico camino a la zona que ya les comentaba. El segundo, el que apañó el taxi era un señor de unos cincuenta y tantos, el primero tendría a lo mucho veinticuatro años. Hablaban sobre todo lo que tendrían que hacer al llegar a sus respectivas oficinas. Pendientes, reportes, juntas y reuniones. Me llamaba la atención como el señor le preguntaba al joven muchas cosas, pero más que nada quería conocer sobre su vida personal.

Al llegar al cruce de Periférico y Polanco por la Fuente de Petróleos, el señor dejó caer una pregunta que nos sacó de onda a todos. Le dijo al joven: – ¿Oye quieres coger? El muchacho se puso pálido y no supo que responder. Amablemente le dijo que no y le dio algo de dinero al señor para pagar el taxi. Avanzamos unos cuantos metros ya sobre Palmas y el joven me pidió que me detuviera para bajarse. De inmediato paré y le dije a los dos: –Denme lo del pasaje y ya estuvo. Abrí la gaveta de adelante en el asiento del copiloto. El señor vio la pistola y decidió bajarse también. Un rato después conseguí otro pasaje, un viaje de unos treinta pesos; otro de unos cincuenta y un último de ochenta.

La tarde estaba muy floja y decidí no subir más gente. Por eso de las ocho de la noche recibí un mensaje de mi antiguo jefe “El Sinaloa”. Hombre robusto, de piel morena y curtida con un bigote tupido y muy alto; algunos podrían decir que él era el estereotipo de macho. El mensaje decía que iba a hacer una de sus famosas fiestas, que no fuera mamón y me animará a ir. Con los cuatrocientos pesos que había juntado del día, fui directamente a una tienda a comprar unas cervezas. Había decidido ir a la fiesta.

Eran aproximadamente las diez de la noche. Y ahí estaba el jefe con su mujer; una mujer muy guapa se veía operada la cabrona. Ahí estaban también mis antiguos compañeros de la Secretaría. Bebimos whisky bebida de hombres, y cerveza. Algunos de ellos ya no podían ni con su alma, era tarde en la madrugada. Ya no tenía nada que hacer ahí, así que decidí irme a mi casa, no sin antes pasar al baño. Al salir su mujer estaba esperándome, con una pequeña bata transparente, diciéndome que me la cogiera que nadie se iba a enterar.

Me negué rotundamente después salió mi ex jefe “El Sinaloa” y me dijo. –Ándele Aurelio échesela, nada más que después de ella me toca a mí. Salí corriendo, sentía nauseas. Entendí porque todos iban a las fiestas del “Sinaloa” y jamás volví a una de esas fiestas en la Colonia Doctores.